La literatura para mí fue afición, hoy es vocación

 

Julia Fernández Tellechea

 

Entrevistamos a Julia Fernández Tellechea, filóloga y jurista por la Universidad de Navarra. Es una de las responsables del Taller de Escritura Creativa de la misma Universidad .

1ª- ¿Lectora por vocación o por afición?

Al principio fue afición. No fui una lectora precoz (a los doce años, por ejemplo, leer no me parecía un buen plan) por eso recuerdo muy bien los dos libros que me aficionaron a leer: Cien años de soledad y el primer volumen de las memorias de Cela, La Rosa. No tienen nada que ver, sólo me enganché con ellos a la lectura. Sin embargo, con el tiempo la intención fue cambiando y me volví una lectora con mucha «malicia»: he dejado de perseguir la trama de la novela, el motivo del poema, y ahora cuando leo persigo al escritor, su proceso de creación, cómo ha ido construyendo la obra literaria. Fue afición y hoy es vocación.

2ª- ¿Qué libro o libros le han dejado más huella en su vida lectora, tanto para bien como para menos bien?

Don Quijote de la Mancha y Muerte en Venecia porque son obras perfectas, redondas, su belleza es muy inspiradora. Pero también han tenido importancia algunas obras mediocres porque al leerlas pensé “yo podría hacerlo mejor”.

3ª- ¿Cuál es su género favorito? ¿Un escritor que le guste especialmente?

La narrativa, más concretamente el cuento, que es una suerte literaria muy comprometedora. Escojo dos escritores: Cortazar y Pierre Michon (sus Mitologías de invierno).

4ª-  Usted codirige un Taller de Escritura Creativa: ¿cree que las personas que escriben son grandes lectores y viceversa? A nivel escritor novel, ¿qué relación hay entre estas dos actividades?

Sí, creo que los grandes escritores son necesariamente grandes lectores, pero no a la inversa. Siquiera porque quien ha pasado por el trance de crear sabe que la obra literaria podría no haber sido o que podría haber sido otra, el escritor aprecia más el valor de lo creado y aborda por lo tanto una lectura más contemplativa y global de la obra. Un gran lector tendrá una buena receta ―puede que incluso tenga muy buenos ingredientes, los mejores—, pero quienes cocinamos sabemos de sobra que una buena receta no es garantía de éxito.

El aspirante a escritor ha de leer mucho y bien: primero leer lo ajeno para equiparse con una buena caja de herramientas, y segundo leer lo propio para aprender a dominar vicios, corregir errores y lograr la originalidad. Pero no basta con esto, quien aspire a ser escritor deberá dedicar sus mayores esfuerzos a la acción: escribir.

5ª-  ¿Qué libro recomendaría a una persona poco aficionada a leer?

Depende. A un chico joven le recomendaría muy probablemente la colección de relatos de ciencia-ficción de Asimov Yo, Robot; a una chica joven recomendaría Ultimas tardes con Teresa de Marsé.  A un hombre adulto una buena biografía atractiva para estos tiempos: Los Rockefeller (P. Collier y D. Horowitz); y a su coetánea: Señora de rojo sobre fondo gris, de Delibes.

6ª-  ¿Cree que ahora se lee mucho, poco o muy poco? ¿Cuáles cree que son las causas?

Se lee muy poco, creo que incluso menos de lo que los más pesimistas piensan. Pero creo que siempre ha sido así, quizás lo que nos podemos reprochar hoy en día es que nunca tanta gente tuvo tan fácil acceso a la literatura como ahora. Causas: el ritmo de vida y la existencia de alternativas de ocio mucho más fáciles, cómodas e incluso baratas ahora que cine y música pueden descargarse gratis.

7ª- Como filóloga, ¿ve relación entre la pobreza en la expresión verbal que nos rodea y la disminución de lectores?

Hay comunidades casi analfabetas de una gran y rica expresión verbal. Creo que la pobreza expresiva actual, al menos en España, se debe en primer término a la pérdida de registros. Por supuesto, la lectura es fuente de expresión, pero para desarrollar la competencia expresiva es tan importante tener un bagaje expresivo como dar ocasión  a poner en práctica dicho bagaje. Propuestas como la del Taller de Escritura Creativa proporcionan ocasiones para hacerlo, y hay otras muchas.

8ª- ¿Cree que las nuevas tecnologías matarán al libro impreso?

No. El libro digital plantea problemas de almacenamiento: muchas veces no recuerdo el título de un libro, pero sí su lomo, el color de las tapas. Creo que todos preferimos la presencia física.

9ª-  Nuestros jóvenes pertenecen a una generación enormemente digital. ¿Cree que esto quita espacio a la lectura?

No creo que el problema de los jóvenes sea la digitalización. Lo que me alarma es que los alumnos de la ESO no leen Lazarillo de Tormes, leen adaptaciones juveniles del Lazarillo de Tormes, o cosas como El asesinato de la profesora de lengua. La lectura siempre ha sido una afición menor entre los jóvenes, pero quedaba el reducto de lo académico, ahora no.

10ª-  Un libro para regalar y un libro para que le regalen.

Para regalar: Rojo y negro de Stendhal; entre el realismo y el romanticismo, muy popular, arte democrático, aún no me ha fallado. Para que me regalen: cualquiera, todos despiertan mi curiosidad.