Lo que ha quedado del imperio de los zares

Lo que ha quedado del imperio de los zares, Manuel Chaves Nogales, Renacimiento, 2011.

Publicada en 1931 en el periódico Ahora , la editorial sevillana Renacimiento rescata de nuevo una obra del genial periodista Manuel Chaves Nogales , quien describe con precisión objetiva la situación de aquellos más de dos millones de rusos que tuvieron que huir de su país tras el estallido de la revolución soviética.

Con gran dramatismo en los casos que lo requiere pero siempre con suma sencillez, el reportaje incluye entrevistas e informes realizados en París de los principales personajes de la élite social rusa: aristócratas descendientes y familiares directos e indirectos de los Romanov (la supuesta Anastasia incluida) y da una idea del cambio drástico y despiadado que supuso para miles de ellos verse sumergidos en una nueva sociedad y en nuevos países donde no eran conocidos ni apreciados y donde empezar de cero, sin ninguna formación en muchos casos, arrastró a tantos a la amargura pero a otros a la superación.

Princesas convertidas en modistas, grandes duques reciclados en burgueses de clase media, generales cosacos convertidos en limpiabotas y un largo etcétera por el que el autor demuestra que la realidad «ya tiene bastante interés, incluso novelístico, cuando se trata con maestría».

Merece la pena subrayar -en palabras de la prologuista, la Doctora hispalense Isabel Cintas- «la sencillez en la exposición y la capacidad para encandilar con el relato de hechos acontecidos, no inventados, amalgamados con una narración ágil y correcta, de Nogales, que llevan al interés del lector, que quiere estar informado de lo que ocurre». Recordemos que el año en que se escribe el reportaje, las noticias de la revolución soviética llegaban a nuestro país bastante adulteradas, pero de la mano de Chaves y su bisturí periodístico el lector podía hacerse una fiel imagen del resultado de la diáspora en todas las capas sociales rusas.

Libro recomendado para los amantes de la historia contemporánea, en particular de la rusa, y del periodismo fidedigno que bien pudiera haberse titulado El crepúsculo de los dioses